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AFIRMACIÓN PARA LAS MUJERES CATÓLICAS

AFIRMACIÓN PARA LAS MUJERES CATÓLICAS

Al suscribir esta afirmación las mujeres prometen lealtad a la enseñanza de la Iglesia Católica. Los nombres serán enviados al Papa.

Debido a los ataques a la fe cristiana y a la familia por elementos dentro de la sociedad contemporánea, hemos llegado a una general confusión moral, al daño y destrucción de las familias y de los hombres, mujeres y niños que la integran:

Porque nos adherimos a la fe Católica Cristiana expresada en las Sagradas Escrituras, en los Credos Niceno, Apostólico y Atanasio de los primeros Concilios ecuménicos de la Iglesia, y en el continuo ahondar en el entendimiento de las revelaciones de la Sagrada Verdad a la Iglesia por medio del Espí ritu Santo a través de la autoridad enseñadora de la Iglesia y de los Sucesores de Pedro Apóstol:

Porque deseamos afirmar nuestro deseo de realizer nuestras vocaciones y nuestros deberes como cristianas y como mujeres de acuerdo con estas genuinas enseñanzas, siguiendo el ejemplo y la instrucción de Jesucristo nuestro Salvador y el ejemplo de Maria, Su madre:

Porque reconocemos nuestra obligación de dar a las mujeres cristianas el testimonio de nuestra fe, por ser este testimonio tan importante pare la formación de la conciencia moral de nuestras familias y de la humanidad,

queremos afirmar los siguiente:

1. Creemos que por la Gracia de Dios nuestra naturaleza femenina nos proporciona aptitudes físicas y espirituales con las cuales participar en el Plan Divino de la Creación. Específicamente, nuestra función natural de tener hijos nos da la capacidad espiritual para la crianza, instrucción, compasión y abnegación, cualidades que son necesarias para la fundación de la familia - la básica y Divinamente ordenada unidad de la sociedad y para la fundación de un orden social cristiano.

2. Creemos que intentar transformar o negar nuestra inconfundible naturaleza y misión como mujeres, trastorna y niega el plan de Dios para la humanidad y conduce tanto a la desintegración personal como a la desintegración de la sociedad. Por consiguiente rechazamos todas las ideologías que buscan borrar la natural y esencial distinción entre los sexos, algo que degrada y le quita valor a lo femenino, a la familia, y al papel educador de las mujeres en la sociedad.

3. Afirmamos la santidad intrínseca de toda vida humana y rechazamos la noción de que el aborto, que es la deliberada matanza de una criatura nonata, sea el "derecho" de ningún ser humano, varón o hembra, o de ningún gobierno. Esta torcida y destructora noción de la libertad individual es, de hecho, hostil al verdadero Cristianismo y al establecimiento y mantenimiento de un orden social justo.

4. Aceptamos y afirmamos la enseñanza de la Iglesia Católica en todos los asuntos concernientes a la reproducción humana, el matrimonio, la vida de familia, y los respectivos papeles de hombres y mujeres en la Iglesia y en la sociedad.

5. Por consiguiente rechazamos también, como innovación anormal y propa de nuestros tiempos y de nuestra sociedad -- la noción de que el sacerdocio es el "derecho" de cualquier ser humano, hombre o mujer. Incluso reconocemos que la misión específica del sacerdocio ordenado se relaciona intrínsicamente y representa la creatividad engendradora de Dios y en la que - solamente los varones humanos pueden participar. Las hembras humanas, quienes por naturaleza participan en la creatividad de Dios por su capacidad para dar a luz nueva vida y como reflejo de esta esencial distinci6n tienen dentro de la Iglesia y en la sociedad un papel diferente e inconfundible del concedido al hombre - están tan lejos de poder ser sacerdotes como lejos están los hombres de poder ser madres.

6. Reconocemos y afirmamos la vocación de las mujeres que subordinan su papel humano de la maternidad y la vida de familia pare consagrar sus vidas al servicio de Dios, Su Iglesia y la humanidad. La auténtica respuesta de esas mujeres de servicio consagrado a las necesidades físicas. espirituales y/o intelectuales de la comunidad, en modo alguno disminuye o compromete la esencial naturaleza femenina, o el ejercicio de inherentes atributos, percepciones y dones que son peculiares a las mujeres. Por el contrario, más bien extiende las aplicaciones de estos dones más allá de la familia humana individual.

7. Nos pronunciamos en favor del Segundo Concilio Vaticano que dio por sentado el papel distinto que desempeña el hombre y la mujer en la familia y en la sociedad y afirmó que la educación cristiana debe impartir el conocimiento de esta diferencia: "En todo el programa educativo (maestros de escuela, católicos) y conjuntamente con los padres, hay que tener muy en cuenta la diferencia sexual y la misión particular que la Providencia ha asignado a cada sexo en la familia y en la sociedad." (Declaración sobre la Educación, Sec. 8, párrafo 3, de Documentos del Segundo Concilio Vaticano, editado por Austin Flannery, 1981)

8. Damos nuestro decidido apoyo a la enseñanza apostólica del Papa Juan
Pablo II en lo relacionando a todos los aspectos de la vida familiar y el
papel del hombre y la mujer en la Iglesia y en nuestra sociedad,
especialmente como está formulado en la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio
, y resolvemos aplicar a nuestras vidas, nuestras familias y
nuestras comunidades, con la ayuda de Dios, los principios alli contenidos.

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